EL CURRÍCULUM EDUCATIVO ES UNA HERRAMIENTA POLÍTICA MUY PODEROSA
Escrito por: Karla Salazar Céspedes.
La pedagogía crítica es una corriente
educativa que propone un cambio significativo en la tradicional forma de
enseñar y aprender, pone en relieve, las deficiencias de los modelos
pedagógicos tradicionales, que se han caracterizado por aplicar procesos
repetitivos, de transmisión de conocimientos de forma vertical, que produce una
educación “cuadriculada y homogénea”. Paralelamente, la educación de derechos
humanos, busca la emancipación de ideologías políticas ortodoxas y opresoras y exalta
el respeto que se debe tener por los derechos humanos en todos los ámbitos de
la vida. Ambos enfoques, parten por cuestionarse aspectos relacionados con el currículum,
ya que es a través de esta herramienta, que las instituciones o clases
dominantes logran “modelar” a un estudiante o sujeto. En síntesis, tanto la pedagogía
crítica como la educación de derecho humanos son armas poderosas para emancipar
a la sociedad de las fuerzas dominantes que vienen de las “altas esferas sociales”.
En este escenario el docente se convierte en una figura importante y necesaria,
ya que, se encuentra en la primera línea de acción educativa. En este sentido el educador tiene el deber de
interpretar los procesos de enseñanza y aprendizaje, contextualizándose en los
marcos políticos y sociales que le rodean, y a partir de ello, debe brindar las
armas y las herramientas a sus educandos con miras a desarrollar el pensamiento
crítico, y también enseñarles a defender sus derechos, e inculcar la importancia
de sus obligaciones como ciudadano.
La pedagogía crítica concibe
que la educación puede ser el medio por el cuál se identifiquen problemas y soluciones
desde las posibilidades de la propia realidad, en este sentido se expone a los alumnos ante las crisis
políticas, sociales y educativas que contextualizan su realidad, en otras
palabras, despierta el pensamiento crítico de los educandos frente a la
información, al conocimiento y a múltiples situaciones en las que se
enfrentaran no solo en sus aulas, sino que también en su vida, provocando esto
que los estudiantes desafíen las verdades y las falsedades sociopolíticas que
los envuelven en un contexto determinado. Bajo esta corriente pedagógica se
considera al alumno como una figura activa, dinámica, productiva, que es guiado
por el docente crítico, y que indudablemente se convertirá en un agente de la transformación
social (obsérvese la figura1). Por lo que dejará de ser un mero recipiente de
información y pondrá un alto a su tradicional papel de “repetidor de ideologías
ajenas”.
La transformación social implica muchos
cambios sociopolíticos, y en muchos casos estos cambios derivan en conflictos
indeseables, por ello se vuelve vital encontrar soluciones innovadoras y
críticas que respeten los valores universales como la paz, la dignidad humana,
la no exclusión ni discriminación, la igualdad de género, la no violencia etc. Dentro
del paradigma de la pedagogía crítica y educación de los derechos humanos, se idealiza
a los docentes como guías eficaces que propician la formación de agentes de
cambio, y esto cobra sentido cuando se observan las grandes crisis (ambientales,
políticas, educativas, sociales etc.) en las cuales está inmerso el mundo,
crisis que ensombrecen el futuro de las futuras generaciones.
Figura 1: Estudiante como agente de cambio social. Fuente: elaboración propia, 2022.
En el aula el estudiante entonces puede formar
y potencializar su criterio, así como su autoaprendizaje, en otras palabras,
ser autómata no solo en un contexto educativo, sino que trascender en otros
ámbitos de la vida, socialmente puede ser un ciudadano autentico, opinar sobre
asuntos políticos, ser intermediario y resolver problemas de su comodidad, en
síntesis, formarse integralmente como persona. En esta línea Ramírez (2008) menciona que, en
“la pedagogía crítica, los conceptos de currículo, enseñanza y aprendizaje se
concretan en las representaciones de la realidad (cómo es y cómo debería ser) y
tienen efectos reales” (p. 114). Es natural entonces, bajo estas premisas que
tanto docentes como estudiantes se cuestionen prácticamente todo, todo lo que
concierne a su entorno educativo, social y político, con el fin de encontrar
“el camino hacia la transformación social en beneficio de los más débiles. Esto
supone un compromiso con la justicia, con la equidad y con la emancipación de
las ideologías dominantes” (Ramírez, 2088, p, 109).
En
este sentido el aula, deja de ser un espacio unidireccional, cuadriculado y
homogéneo, más bien se convierte en un espacio “variopinto” rico de opiniones,
ideologías, y culturas (obsérvese la figura 2), donde interactúan preguntas y
debates críticos en múltiples direcciones, se interrelacionan conceptos no solo
técnicos de una disciplina en concreto, sino que también se discute y relaciona
aspectos de la sociedad, la política, la historia, la cultura y la pedagogía.
La educación de derechos humanos junto con la
corriente de pedagogía crítica, frente a una sociedad injusta, desigual, y
opresora, buscan la emancipación de las personas, esto quiere decir que, los
ciudadanos a través del pensamiento crítico pueden mejorar su calidad de vida.
La emancipación no es más que otra cosa que la búsqueda de la liberación de
cualquier subordinación o dependencia de una cosa frente a otra, es “sacudirse
y protestar”, “defenderse y reclamar”, ser libres.
En este sentido y en el contexto educativo, el
currículum se convierte en un “arma de doble filo” ya que, puede propiciar la
transformación social o bien obstaculizarla. El currículum visto de otra forma
es una herramienta política muy poderosa, Magendzo (2003) comenta que el
currículo impone sus intereses porque sencillamente puede hacerlo, ya que tiene
el poder de crear y legitimar conocimientos (p. 23). El problema o la ventaja
de esto (dependiendo de quien lo mire) es que, este conocimiento en su forma y
contenido está enlazado tanto con los intereses de los diseñadores, así como
con los de los grupos poderosos de la sociedad. Si está en manos de los grupos
poderosos de la sociedad, es una ventaja para ellos, ya que, el currículum se
convierte en el medio por el cual se pueden formar sujetos a la imagen y
semejanza de ideologías tradicionalistas y opresoras, pero, por otra parte,
resulta que el currículum también es una puerta para cambiar esa realidad, y
esta posibilidad se puede volver realidad, en cuanto el currículum sea
cuestionado y debatido por un docente o un estudiante crítico.
En
este sentido el aula vuelve a tomar protagonismo como un espacio liberador que
permite empoderar a los sujetos que tendrán que enfrentarse y luchar con la
realidad social. Y aquí se refiere a la realidad social como todo aquello que
violenta los derechos humanos en muchos ámbitos de la sociedad que trascienden
a lo meramente educativo ¡Tanto la pedagogía critica como la educación de
derechos humanos, busca precisamente eso!
que las personas en cualquier nivel educativo o etapa de la vida se
equipen de conocimiento que les permitan conocer todos sus derechos y que
puedan legitimarlos ante la realidad sociopolítica a la cual se enfrentan en su
diario vivir.
Empoderar
entonces, es un concepto que puede cobrar diferentes matices, es decir, se pueden
empoderar a los educandos tanto desde un enfoque social como político, así como
en ámbitos, culturales, históricos, investigativos, reflexivos-críticos. En
otras palabras, en el aula el docente sumerge al estudiantado en un proceso mediante el cual
se fortalecen sus capacidades, su confianza, su visión, su liderazgo y su papel
en cuanto forman parte de un grupo social, para impulsar cambios inteligentes,
críticos y positivos en las situaciones en las que viven y también para que
participen en asuntos políticos de su entorno. Entonces, la institución
educativa, el contexto educativo y el ambiente de aprendizaje se dimensionan en
un acontecer político (obsérvese la figura 3) en donde cada involucrado tiene
algo que preguntarse, algo que debatir y algo que aportar, con el fin de
encontrar y solucionar problemas sociopolíticos, culturales, pedagógicos, y de
cualquier otra índole, que le abran el camino para un futuro mejor.
En conclusión, tanto la pedagogía crítica y
la educación en derechos humanos proponen cambios importantes en la educación, que
pasan por cuestionarse el currículum, hasta la legitimización y el respeto de
los derechos humanos, con el fin de optimizar el proceso de
enseñanza-aprendizaje. La relación existente entre el docente, el alumno y la
didáctica crítica, junto con las acciones que de esa relación se generen, representan
una posible solución humanística ante las crisis sociales, políticas y
educativas, por la cuales atraviesa el mundo, y las sociedades. Se considera
que tanto el docente como el alumno son agentes de trasformación social en
cuanto se tenga la disponibilidad de querer hacerlo. Y finalmente se considera que el aula o todo
aquel espacio de enseñanza y aprendizaje son sitios donde debería nacer la
oposición ante toda “barbarie” que pretenda violentar los derechos humanos y contra
todo aquel sujeto que pretenda callar o subyugar al pueblo.
Referencias Bibliográficas
Ramírez, R. (2008). La pedagogía
crítica: Una manera ética de generar procesos educativos. Folios Segunda época, (28), 108-119.
Magendzo,
A. (2003). La pedagogía crítica y educación en derechos humanos. Revista de Pedagogía Crítica, (2),
19-27.
Comentarios
Publicar un comentario